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Con la visita del grupo australiano AC/DC a Madrid y Barcelona, me ha parecido bueno hacer un  pequeño resumen del concierto que viví el viernes en el Vicente Calderón.

La banda integrada por los hermanos Angus y Malcolm Young, Brian Johnsson, Cliff Williams y Phil Rudd aparecieron en el escenario de forma espectacular, después de un cortometraje estilo comic con los músicos como protagonistas, haciendo algún guiño a Bon Scott, e interpretaron el tema ‘Rock "n" Roll Train’.

AC/DC siguió con la emblemática canción ‘Black is Black’. Asimismo, sacaron de su histó­rico repertorio temas como ‘Hell"s Bells’, ‘Shoot to Thrill’ o ‘You shook me all night long’. Entre otros temas que la banda británica-australiana interpretó figuran ‘War Machine’, ‘TNT’, ‘Whole Lotta Rosie’, con la mítiquisima muñeca hinchable y como no con el ‘Let"s There Be Rock’ con una magnñifico punteo de Angus de más de 25 minutos.

Para demostrar que aún están vigentes, cantaron temas del nuevo álbum como ‘Big Jack’ y la poderosa ‘Black Ice’. Pero el júbilo de los asistentes incrementó al máximo con la canción ‘Thunderstruck’ y ‘Let"s There Be Rock’, mientras el sesentón Johnson se contorneaba al ritmo estridente de la música.

Cabe recordar que hace poco la banda lanzó al mercado una edición especial  con los quince vinilos que han publicado a lo largo de su carrera, y una segunda, de carácter limitado, con algunos de sus álbumes más memorables como ‘Black is Black’, ‘High Voltage’ o ‘Highway to Hell’.

Lo vieron 60.000 individuos. Pijos, macarras, de Aluche, de La Moraleja, en paro, con un despacho enorme, de 50 años, de 18. Se pudieron reconocer el sabado por las calles de Madrid y el domingo por las de Barcelona. Ojeras por trasnochar, dolor de cuello por zarandear la cabeza, dedos índice y meñique de la mano estirados de tanto exhibir los cuernos, afonía de berrear, probable resaca y, sobre todas las cosas, una inmensa felicidad. ¿Cómo sabes si una persona es dichosa? Si acudió el viernes o el sabado al concierto de AC/DC, lo es. Sorprendentemente (mejor: milagrosamente) las gradas del Vicente Calderón aguantaron en pie.

Hubo momentos en que parecía inevitable que se viniesen abajo las gradas. Un dato. A la altura de You shoot me all night long, me despeñé escaleras abajo tras una eufórica avalancha. "Perdona, tío. Joder, lo siento en el alma. ¿Te apetece un trago?". Camaradería, buen rollo y vuelta al delirio: "¡Shoot me all night looooooong!".

Y todo provocado por un cincuentón diminuto, (Angus Young cumplió el martes 55 años) enfundado, como siempre, en un uniforme de colegial; por su hermano Malcolm (56 años), más tirillas aún y su irresistible guitarra serrucho, y por un sesentón, Brian Johnson (61 añazos), inglés con aspecto de estibador con una gorrilla chulapera. Es simplificar las cosas, claro está, porque sobre estos tres tipos recae un pedazo de la historia del rock, el más primario y honesto, quizá el más gozoso. En medio del blues ‘Jack", Angus realizó un cómico strip-tease y terminó enseñando unos calzoncillos con el emblema de la banda. 

¿Donde se encuentra la clave del éxito del grupo?: "Cantan a los coches, a las chicas, a pasárselo bien… No hay pena en su música, sólo agallas". Y no existe mejor definición. Aun asi esperamos vuestras opciniones al respecto…

­El concierto de AC/DC se desarrolló en Madrid en formato capicúa: arranca con un ensordecedor ¡boom! para introducir el single de su nuevo disco, Rock and roll train, y se despide con otro ¡boom!, más estruendoso si cabe, el que escupe un cañón en For those about to rock. Entre una y otra transcurren dos horas y media en las que por lo menos en media docenas de ocasiones te falta el aire. Literal. Corría la tremenda Shoot down in flames y ya se veían caras congestionadas, manos al pecho, toses. ¡Y sólo era la canción seis de un repertorio de 20! Pletórico Angus, el escocés emigrado a Australia de niño, con sus punteos, sus carreras y esos alambres que tiene como piernas y que no dejan de llevar el ritmo en todo el concierto y lo realmente genial los 20 minutos de punteo que se tira el tío en un pequeño escenario que de repente alzaba a Angus por encima de nuestras cabezas a la altura del primer anfiteatro y terminando con una lluvia de papelillos, sinceramente bestial.

Antes de despedirse, AC/DC lanzó ‘Highway to Hell’, donde otra vez Angus hizo de las suyas. Ahora ataviado con sendos cuernos demoníacos, puso a saltar a todo el estadio, de forma que las gradas de cemento se combaban como si fueran de plástico bajo los saltos frenéticos de los espectadores.

Con el último cañonazo del concierto, ‘For Those About to Rock’, la pregunta flotaba entre las noqueadas cabezas del público: ¿ha sido una apisonadora o una actuación?

La respuesta es clara: No, simplemente ha sido AC/DC…